Micereces de Tera (Zamora), 1 de
Mayo de 1940
Bilbao 17 de
Febrero de 2013
“HEME AQUÍ SEÑOR PARA HACER TU VOLUNTAD” Heb10, 7
Con
este texto de la palabra de Dios podemos definir la vida de H.
Aurora que, fiel a la llamada del Señor, siendo muy joven supo ponerse en las
manos de Dios para ir viviendo cada día su consagración como adoratriz.
Ingresó
en la Congregación el 27 de Abril de 1956 en Guadalajara, e hizo los votos
perpetuos el 31 de mayo de 1967 en Madrid. Durante su vida estuvo destinada en
varias casa entre ellas: Madrid, Avila, Salamanca, Santander, Orense y Bilbao
donde vino ya enferma. Todos los oficios que se le encomendaban, los aceptaba
con gran espíritu de fe.
Tenía
un carácter fuerte, como buena castellana, pero sabia controlarse y llevar una
buena relación con las hermanas y las jóvenes. Era muy hermana y muy de la
comunidad. Estaba disponible, ofreciendo su ayuda a quienes la necesitaban y
adelantándose a prestar su servicio allí donde intuía que era necesario.
Era
una mujer muy alegre y comunicativa, cercana a los demás. Fácilmente hacía
amistad con las chicas, a las que conseguía levantar el ánimo casi de forma
permanente, con su gracia y buen humor. Las que vivieron con H. Aurora en la
casa preguntan por ella, aunque hayan pasado varios años y la recuerdan como la
hermana que reía y lloraba con ellas, les decía las cosas con firmeza y a la
vez con cariño, la llamaban cariñosamente “hermana Aurorita”.
Mantenía
una buena relación con vecinos y personas conocidas de la casa, siempre con el
objetivo de favorecer a las chicas y conseguir empleo para ellas. En esta
cuestión parecía incansable y no perdonaba esfuerzo por conseguirlo, logrando
en verdad, que muchas mujeres consiguieran el trabajo. Tenía habilidad para
ganar la confianza de los vecinos, que acudían a ella en busca de consejo e
incluso para consultarle asuntos de cocina, jardinería y manualidades, pues en todo ello era muy
habilidosa.
Todos
los días daba gracias a Dios por la vida y con frecuencia aconsejaba a las
mujeres y al voluntariado que lo hiciese. Ella sabía muy bien lo que significa
este gran regalo de Dios, después de sufrir el accidente de Salamanca.
Era
fácil ver a H. Aurora, emocionarse cuando compartía algo de su historia en
comunidad, en distintas celebraciones o cuando hablaba a las chicas de la
Santa, siempre queriéndoles transmitir una palabra de aliento como si viniese
de parte de María Micaela.
Una
hermana comenta, que la primera vez que habló con H. Aurora, después de ser diagnosticada
de su enfermedad, decía: “Hasta ahora yo he dado mi vida al Señor como El ha
querido, ahora seguiré dándosela, también así, con esta enfermedad y hasta que
El quiera. Yo solo tengo que dar gracias a Dios por tantas cosas que me ha
dado.”
Mientras
le respondió su salud fue una trabajadora incansable. Además del trabajo en casa,
participaba en los talleres de Caritas, siendo muy querida por todos.
A
finales del año 2010, empezó a quejarse de las piernas que no le respondían,
dejó de caminar y tenía frecuentes caídas. Desde ese momento, empezó su
calvario. Médicos y traumatólogos comenzaron su estudio y en el mes de abril
del 2011, se operó de unas hernias lumbares que parecían ser la causa de que no
pudiese caminar. La operación fue buena, pero no dio el resultado esperado. La
derivaron al servicio de neurología y fue tratada por una gran especialista.
Ante las dificultades para poder ser
atendida en Orense como requería su situación, H. Mª Elisa Altadill, Superiora
Provincial, ofreció a H. Aurora la posibilidad de ir destinada a Bilbao,
destino que aceptó como voluntad de Dios y a donde llegó el 20 de Julio de 2012.
Fue recibida con cariño y tratada por buenos especialistas, que pronto
diagnosticaron la enfermedad de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrofica).
H.
Aurora, fiel a su lema de “vivir cumpliendo la voluntad de Dios”, recibió la
enfermedad con elegancia espiritual. Durante el tiempo que vivió con nosotras,
nunca se le oyó una queja de nada ni de nadie, siempre tenía una sonrisa
acogedora, pasaba muchas horas en el oratorio, sentada en su silla de ruedas.
Allí, junto a Jesús Eucaristía, encontraba la fuerza para afrontar su deterioro
progresivo, que llegó a dejarla inmovilizada, impidiéndole incluso respirar. Las
noches las pasaba muy mal, a pesar de tener dos máquinas para aliviarle las
crisis, que cada vez eran más frecuentes. Fue ingresada y a los pocos días
falleció en paz.
H.
Amparo Álvarez, superiora de la Comunidad de Ourense, al conocer la gravedad de
H. Aurora, viajó hasta Bilbao para estar con ella hasta el último momento,
acompañándola fraternalmente.
El
funeral fue presidido por el Capellán y el Párroco, resultando muy solemne. La
capilla estaba llena de familiares y amigos que, en un autocar, llegaron desde
Benavente (Zamora), además de las hermanas de la otra comunidad y varias
religiosas de otras Congregaciones y amistades de la casa. Toda su familia acompañó
a la comunidad hasta el cementerio de Getxo, donde fue enterrada. La familia
quedó agradecida por el cuidado y el cariño que H. Aurora ha recibido.
Estamos
seguras, que hermana Aurora, goza ya de la felicidad plena e intercede por
nosotras, por la Congregación a la que tanto amaba. Descanse en paz nuestra
querida hermana.