«Cristo nos ha dejado en la tierra para que seamos faros que
iluminen, doctores que enseñen, para que cumplamos nuestro deber de levadura,
para que nos comportemos como ángeles, como anunciadores entre los hombres, para
que seamos adultos entre los menores, hombres espirituales entre los carnales, a
fin de ganarlos; que seamos simientes y demos numerosos frutos. Ni siquiera
sería necesario exponer la doctrina si nuestra vida fuese tan radiante, ni sería
necesario recurrir a las palabras si nuestras obras dieran tal testimonio. Ya no
habría ningún pagano si nos comportáramos como verdaderos cristianos».
(San Juan Crisóstomo, Homilía primera sobre 1 Tim.).
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