La
Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades
de vida apostólica con la carta Alegraos
quiere dar inicio a
un itinerario que sea lugar común de reflexión personal, fraterna,
de instituto, mientras caminamos hacia el 2015, año que la Iglesia
dedica a la vida consagrada.
Un camino para volver a considerar el
magisterio del Santo Padre, no tanto para recordar los fundamentos de
la sequela Christi
en el celibato por el Reino —sabiamente presentado a lo largo de
los años por un rico magisterio eclesial— sino para verificar los
frutos. Una vocación fundada en Cristo con la forma del Evangelio,
rebosa de alegría: «que mi alegría esté en vosotros, y vuestra
alegría llegue a plenitud» (Jn
15, 11).
La alegría no es inútil decoración, sino que es
exigencia y fundamento de la vida humana. En el afán de cada día,
cada hombre y cada mujer tiende a alcanzar y a morar en la alegría
con la totalidad del ser. En el mundo, con frecuencia, hay un déficit
de alegría. No estamos llamados a realizar gestos heroicos ni a
proclamar palabras altisonantes, sino a testimoniar la alegría que
proviene de la certeza de sentirnos amados, de la confianza de ser
salvados. Nuestra memoria corta y nuestra experiencia débil nos
impiden a menudo buscar la «tierra de la alegría» donde gustar el
reflejo de Dios, y volver a encontrar las raíces del Espíritu.
Nicla
Spezzati
Subsecretaria de la Congregación para los institutos
de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica
Subsecretaria de la Congregación para los institutos
de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica
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