Este hermano mercedario nació en San Salvador de Rabal, el 1 de
marzo de 1864, donde se venera como advocación principal, Nuestra
Señora de la Armada. Sus padres, Ramón y Josefa, le bautizaron al día
siguiente.
Vistió el hábito de mercedario descalzo en Toro, el 30 de
enero de 1887, pasando por El Olivar, Lérida, Mallorca y Barcelona.
Hondamente piadoso, obediente, humilde, extraordinariamente
mortificado, severo consigo mismo, pero afable y servicial con los
demás, buen fraile, tan edificante “que corregía con su modestia y
compostura”. Sirvió como portero, sacristán, sastre…, pero, sobre
todo, como cocinero. Asumía este servicio como su medio de
santificación, y con tanta nimiedad que no permitía que nada se
desperdiciara ni se comiera fuera de hora.
Hasta el final de
sus días, con 72 años, anciano y achacoso, hacía la compra, preparaba la
comida para todos y era el primero en acudir a la oración de la
mañana, a la Eucaristía y a los demás actos comunitarios. Al deshacerse
la comunidad durante la persecución religiosa, se refugió en casa de
una familia cristiana y del sacerdote mosén José Tolosa. El 9 de agosto
de 1936, sobre las diez de la noche, se presentaron los milicianos y
otras personas buscando a dos curas. Obligaron al hermano Antonio
González Penín a levantarse de la cama. Preguntado sobre quién era,
afirmó ser religioso mercedario.
Finalmente se lo llevaron junto al
sacerdote en un vehículo, siendo entre la una y las dos de la
madrugada. Al día siguiente aparecieron los dos cadáveres en el depósito
del Clínico, irreconocibles.
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